Si, la gordofobia médica existe.
Forma parte de una construcción social generalizada que percibe el sobrepeso como una enfermedad en sí, cuando realmente no existen evidencias científicas de ello, aunque esté clasificada como tal.
Miles de personas son discriminadas y humilladas en una consulta médica, un entorno en el que supuestamente deben ser protegidos. Todo ello, bajo el estigma de que ser gordo es estar enfermo, sin tener en cuenta las numerosas variables, tanto físicas como psicosociales, que influyen en nuestra salud.
En este artículo te contamos como se manifiesta la gordofobia médica, por qué ocurre y cuáles son las consecuencias que tiene este tipo de discriminación en sus víctimas.
¿Cómo se manifiesta la gordofobia en el ámbito médico?
Tristemente este tipo de situaciones en el médico se convierten en rutina para las personas cuyo físico no se adapta a los estándares de belleza socialmente aceptados.
Son muchas las manifestaciones de gordofobia médica y a continuación te mostramos solo algunos casos.
- Cuando vas al médico por una erupción en la piel y te recetan hacer dieta.
- Cuando el psicólogo te recomienda unas pastillas para bajar de peso sin haber mencionado nada sobre tu físico a lo largo de la terapia.
- Cuando la enfermera mide varias veces tus signos vitales y se extraña de lo bien que estás teniendo sobrepeso.
Estamos ante una situación de gordofobia en el ámbito médico.
Y podríamos continuar un largo tiempo listando situaciones similares en las que se discriminan a las personas por como lucen. Haciendo un diagnostico erróneo, y por supuesto, proponiendo un tratamiento que no curará sus afecciones reales.
En todos los casos, el diagnóstico se centra en el peso sin mirar más allá, provocando innumerables consecuencias que no solo afectan psicológicamente a la persona, sino también físicamente, pues al no tratar sus dolencias reales, estas se pueden complicar a lo largo del tiempo.
¿Por qué algunos médicos tienen este comportamiento?
En primer lugar, es preciso comprender que la gordofobia, como la mayoría de las formas de discriminación que existen, se basa en una construcción socialmente establecida, en este caso relacionando la gordura con el estar enfermo.
Como cualquier construcción social asumida y aceptada como una realidad, esta estará presente en todos los ámbitos de la sociedad. Los médicos también forman parte de la misma, y en su proceso de socialización, desde pequeños, están bombardeados por estas construcciones sociales que asumen como una verdad absoluta.
Sumado a ello, la clasificación, a mi parecer errónea, de la obesidad como una enfermedad por la Asociación Médica Americana en el año 2013, hace oficial este constructo social, convirtiéndolo en una verdad médica irrefutable.
Aunque, no tan irrefutable para numerosos nutriólogos y profesionales médicos alrededor del mundo, e incluso algunos que formaron parte de esa comisión médica en el 2013.
Algunos de los profesionales que se encontraban en este comité sugirieron que no se clasificara la obesidad como una enfermedad, por las siguientes razones:
- No existen evidencias que muestren la relación de causalidad entre las enfermedades asociadas y el sobrepeso. Si existen de su relación de asociación, pero causalidad y asociación, no son lo mismo.
- La obesidad no actúa como una enfermedad en sí misma, pues no es posible atribuirle síntomas específicos a esta. Solo puede hablarse de la obesidad como un posible factor de riesgo para determinadas enfermedades.
- El Índice de Masa Corporal (IMC), que funge como principal herramienta para clasificar a los pacientes por su peso, es impreciso y obsoleto. Pues fue conceptualizado en 1835 en una sociedad completamente diferente a la que tenemos hoy.
- Clasificar la obesidad como una enfermedad generaría más estigma contra las personas gordas. Y no se equivocaron.
- Esta es una medida que estimula a las personas a tomar pastillas o hacerse cirugías, en lugar de mejorar sus hábitos de alimentación y estilo de vida.
Estas fueron algunos de los motivos que expusieron parte de los expertos que formaban parte de dicho comité para no clasificar la obesidad como una enfermedad. Pero tristemente no fueron escuchados.
Consecuencias de la gordofobia médica
‘Humillación’, ‘vergüenza’, ‘depresión’ o ‘ansiedad’ son algunos de los sentimientos que han experimentado las personas que han sido discriminadas por su peso en una consulta médica.
Más allá de la mella psicológica que este tipo de situaciones pueden causar, las consecuencias de la gordofobia en el ámbito médico son muchas y muy graves.
Depresión: La depresión es una seria enfermedad que impide a las personas el llevar una vida normal. Incluso, en el peor de los escenarios, puede llevar al suicidio.
Baja autoestima: Comentarios como deberías ‘bajar de peso’ o ‘probablemente te sientes así por culpa de tu peso’, solo culpabilizan al paciente, desvían la atención del verdadero problema y perjudican su autoestima.
Desórdenes alimenticios: Después de un diagnostico erróneo viene un tratamiento ineficaz. Dietas restrictivas o pastillas para bajar de peso que, además de no tener relación alguna con lo que el paciente explica que es su afección, terminan ocasionando trastornos alimenticios en una buena parte del total de casos.
Estas son solo algunas de las consecuencias de la gordofobia en el ámbito médico. Pero, sin dudas, la peor de todas, es negarse a tener asistencia médica o no ir a la consulta por miedo a experimentar este tipo de situaciones en el pasado.
¿Te imaginas las terribles consecuencias que esto tendría, en caso de sufrir una enfermedad peligrosa?
Catastróficas.
Conclusión:
No nos cansaremos de repetir el mismo mantra: ‘Estar gordo no es sinónimo de estar enfermo’.
Y ahora me dirijo a ti, médico, doctor(a), enfermero(a), profesional de la sanidad:
El peso solo es uno de los cientos de factores que inciden en la salud de cada persona. Por lo que, diagnosticar a alguien basándote en este único criterio te aleja de ese ideal de profesional de la medicina que pretendes ser.
Y si este diagnóstico lo acompañas de comentarios humillantes totalmente incensarios no solo te conviertes en un mal médico, sino, además, en un pésimo ser humano.
¡Haz de la consulta un espacio seguro para todos tus pacientes!